Durante años, El Salvador figuró entre el top de países productores de café. En la década de los ’50 del siglo pasado, los altos precios del mercado estimularon la renovación de buena parte del parque cafetero nacional que fue substituido por variedades de más alto valor como la Bourbon y otras.
Fue en aquella época que se empezó a hacer un mejor uso de los fertilizantes en los cafetales salvadoreños y a usar nuevos sistemas de poda. Se iniciaron prácticas anti erosivas y se puso en marcha una nueva forma de manejar la sombra en las plantaciones, pasando de la de los árboles que provenían de bosques húmedos primarios al de otras especies, principalmente del género Ingas, para conseguir las mejores condiciones posibles para la caficultura.
En aquel momento, el café en El Salvador recabó grandes éxitos y de su mano, la economía salvadoreña creció a pasos agigantados, como nunca antes se había visto, asegurando una mejor economía para el país. A mediados de los años ’70, El Salvador se había convertido en el quinto productor mundial de café y cuarto mayor exportador, con cosechas cercanas a las 500.000 toneladas de café.
Esta evolución se mantuvo durante unos años, pero algunas plagas con fuerte incidencia en los cafetales, la guerra civil entre 1979 y 1992, la situación política anterior y posterior, la emigración y, sobre todo, la crisis de precios del café que afecta desde hace años ya a todos aquellos productores que no están en los mercados de especialidad, han mermado mucho la producción cafetalera salvadoreña actual, que a día de hoy a duras penas supera las 39.000 toneladas anuales.
COMPROMISO GUBERNAMENTAL CON EL CAFÉ
Ante esta situación, y conocedores del potencial en calidad del café de su país, el actual gobierno de Nayib Bukele, ha decidido tomar cartas en el asunto “para saldar la deuda de abandono gubernamental con el sector cafetalero de El Salvador”, han dicho textualmente, y recuperar la producción nacional de café a la vez que se contribuye con ello a la economía nacional y a la salud medioambiental del país.
“La única forma de que nosotros saquemos este subsector adelante es que nos unamos todos, sin agendas ocultas (…) Vamos a rescatar el sector cafetalero solo si todos nos subimos en el mismo barco y vamos en la misma dirección”, asegura con convicción el Ministro de Agricultura y Ganadería (MAG) del gobierno salvadoreño, David Martínez.
EL CAFÉ, UNA CUESTIÓN ECONÓMICA Y AMBIENTAL
Según datos del MAG, el 44% del bosque nacional está conformado por parque cafetalero, lo que representa un 80%, aproximadamente, de los sistemas agroforestales de alta biomasa y diversidad de este país, el más pequeño y el más densamente poblado de América Central. En los últimos años, sin embargo, en paralelo a la disminución de la actividad cafetalera, la extensión del parque cafetalero se ha reducido, con todo lo que estos conlleva. “Los beneficios ambientales e hídricos que representan los bosques cafetaleros son fundamentales para la sostenibilidad ambiental de nuestro país y también tiene el beneficio del aporte económico al desarrollo”, dice la viceministra de El Salvador, Lily Pacas.
La estrategia que se plantea el gobierno para llevar adelante su Plan de Política Nacional Cafetalera incluye llevar a El Salvador experiencias como la del Instituto del Café (Icafé) de Costa Rica y del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) con sede en ese mismo país, y fomentar, así, la investigación y la innovación en el sector.
CAFÉ Y EMIGRACIÓN
El bosque cafetalero es la principal fuente generadora de empleo rural -90.0000 caficultores- , por lo que es también el sector más afectado por la crisis migratoria de los últimos años.
Los productores más mayores hace tiempo que empezaron ya a substituir sus cafetales por plantaciones más rentables aunque menos sostenibles como la caña de azúcar, mientras que las nuevas generaciones, ante la falta de expectativas, están abandonando el campo e intentan emigrar, en un viaje, a menudo, lleno de penurias y generalmente con un final poco prometedor.
De ahí, insiste el ministro de Agricultura y Ganadería, David Martínez, la necesidad de vincular la falta de oportunidades en el ámbito rural con la migración, e impulsar el sector del café como solución.
En El Salvador se producen variedades autóctonas de café como la Pacas, Pacamara y Teckisic, todas de excelente calidad
“El Salvador, explica, era hasta ahora el único país de la región que carecía de una política nacional de caficultura. Los productores no contaban con un respaldo legal, que garantizara la rentabilidad de cada eslabón involucrado en la cadena de producción y todo ello nos convertía en un actor débil ante los mercados internacionales”. La esperanza es que la nueva Política Nacional Cafetalera acabe con estas carencias, los caficultores encuentren en la producción de café un medio de vida digno y El Salvador vuelva a brillar con luz propia en el mercado internacional de este producto.
CAFÉS AUTÓCTONOS DE ALTA CALIDAD
Además de los programas específicos que incorpora esta nueva política cafetalera salvadoreña – innovación y cambio tecnoló- gico; impulso de la juventud rural; fortalecimiento institucional; extensión digital; organización y gestión empresarial; finan- ciamiento e inversión; combate a plagas, … – el plan apuesta, también, por la calidad de los cafés de este país para conseguir los objetivos marcados.
Históricamente, en El Salvador únicamente se cultivan variedades arábicas de café, entre ellas, la Pacas, un café autóctono fruto de la mutación natural del Bourbon; la Pacamara, un híbrido salvadoreño resultante del cruce entre Pacas y Maragogipe, con excelentes propiedades de taza; y la Tekisic, una variedad de origen, también nacional e igualmente excelente en boca.
A excepción de pequeñas diferencias como la acidez de la taza, los cafés de El Salvador que se incluyen en el grupo de “Otros Suaves” en el mercado internacional, comparten unas notas de cata bastante similares, destacando entre sus características más particulares su buen sabor, agradable dulzura, cuerpo balanceado y excelente retrogusto.
La mayor cantidad de cafetales del país, se encuentran ubicados entre los 901 y 1.200 m.s.n.m de altura y en el 90% de los casos las explotaciones cafetaleras están en manos de pequeños productores.
Muchas de estas fincas se encuentran en territorios remotos de difícil acceso y eso complica algunas de las labores del café comprometiendo, incluso, su calidad. Tal es el caso del beneficiado o del propio transporte del café hasta las estaciones de procesamiento y que ahora el plan nacional espera solventar con formación y acceso de los caficultores a mejores empaques que prevengan el deterioro del café durante su tránsito hacia la venta.
MARCA PAÍS, CAFÉ DE EL SALVADOR
En el marco de esta nueva Política Nacional Cafetalera, este verano se ha presentado, además, la marca “Café País, Café de El Salvador”, que representa desde ahora, a toda la cadena de valor del café salvadoreño. La iniciativa nace con una visión clara enfocada a la calidad, a la que, explican desde el Gobierno, todos los caficultores se pueden alinear para crecer juntos como industria y país.
Con esta marca, el MAG prevé atraer inversión extranjera, capi- talizar el café de origen, mejorar los precios del grano nacional y aumentar las exportaciones del sector, empezando por Japón, Rusia, Alemania, Italia, España y Estados Unidos.
¡El nuevo café de El Salvador está en marcha!
Fuentes: Ministro de Agricultura y Ganadería, Consejo Salvadoreño del Café