El café en Costa de Marfil: entre tradición, crisis y renacimiento

En los últimos años, Costa de Marfil ha vuelto a mirar hacia uno de sus cultivos históricos: el café. Tras décadas de crisis, abandono y contrabando, el país africano busca posicionarse como un referente en la producción cafetera. ¿Cómo ha evolucionado su sector y qué papel podría jugar en el futuro del café mundial?

Una historia marcada por altibajos

El cultivo de café en Costa de Marfil se remonta a finales del siglo XIX, durante la época colonial francesa. A pesar de que las primeras exportaciones comenzaron en los años 30, el verdadero auge llegó en los años 70, cuando el país se convirtió en el primer productor de café de África y en el tercer exportador mundial.

Sin embargo, la combinación de crisis económicas, conflictos internos y políticas agrícolas inestables provocaron una caída abrupta. Entre 2002 y 2011, la producción se redujo a menos de 32.000 toneladas anuales, empujando a muchos productores a abandonar sus fincas o recurrir al contrabando hacia países vecinos.

El resurgir del sector cafetero

Desde 2012, y con el retorno a la estabilidad política, el gobierno marfileño ha puesto en marcha iniciativas para recuperar el sector:

  • Renovación de plantaciones envejecidas.

  • Introducción de nuevas variedades de café resistentes a enfermedades.

  • Capacitación de pequeños productores.

  • Refuerzo de cooperativas locales.

En paralelo, se ha dado un renovado impulso a la investigación genética con más de 6.000 muestras catalogadas en el banco nacional de café del país.

Café robusta como protagonista

Costa de Marfil cultiva casi exclusivamente café Robusta, especialmente híbridos desarrollados localmente como el Arabusta. Este grano, con cuerpo medio-alto y sabor fuerte, se ha consolidado en el mercado internacional como base para cafés solubles o mezclas de tueste oscuro.

Las principales variedades cultivadas incluyen:

  • Kouillou: originaria de la región del río Kouilou-Nari.

  • Conilon: introducida desde Brasil.

  • Niaouli: reconocida por su resistencia a enfermedades.

Producción lenta, pero estable

Según la FAO, en 2022 Costa de Marfil produjo alrededor de 70.000 toneladas de café, una cifra modesta comparada con sus años dorados, pero estable. La producción sigue limitada por factores como el envejecimiento de las plantaciones, condiciones climáticas adversas y la competencia con cultivos más rentables como el cacao o la palma de aceite.

Sin embargo, para 2024/25 se espera una mejora, impulsada por la entrega de fertilizantes y el ajuste del precio mínimo garantizado (2,29 € el kilo de café seleccionado).

Un rol clave de las cooperativas

El 50% de los productores marfileños están organizados en cooperativas que facilitan el acceso a fertilizantes, exportadores autorizados y certificaciones internacionales. Gracias a ellas, miles de pequeñas fincas (2,5 ha en promedio) logran mantenerse activas, mejorar sus prácticas y acceder a nichos de mercado como el café orgánico o de comercio justo.

Comercio exterior y conexión con España

Actualmente, el 100% del café producido en Costa de Marfil se exporta. El puerto de Abiyán, uno de los más importantes de África Occidental, gestiona el 80% de las exportaciones e importaciones del país.

España se posiciona como el segundo mayor comprador de café marfileño en el mundo, con compras por valor de 19,4 millones de dólares en 2023, solo por detrás de Estados Unidos.

¿Y el consumo interno?

Durante décadas, el café no fue parte esencial de la dieta local. Pero esto comienza a cambiar. En 2021, el consumo per cápita subió a 0,46 kg por persona, un aumento del 411% respecto al año anterior.

Se han lanzado campañas para fomentar el consumo de café local, y hoy se empieza a notar su presencia en cafeterías, hoteles y supermercados.

¿Qué podemos aprender de la experiencia marfileña?

El caso de Costa de Marfil nos recuerda que la sostenibilidad del sector cafetero requiere políticas públicas sólidas, investigación científica, apoyo a pequeños productores y una visión clara del mercado. Mientras el mundo enfrenta los retos del cambio climático, ejemplos como este muestran que sí es posible recuperar un legado cafetero y adaptarlo a nuevas realidades.

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