La invención del vending

Los relatos relacionados con los grandes y pequeños inventos, incluidos todos aquellos que tienen que ver con el café, suelenesconder historias de casualidades, ideas geniales y mentes innovadoras. La historia de la máquina de vending no es una excepción y su invención además de curiosa podría ser la más antigua de una máquina hoy día utilizada para servir café.

Según recogen diversos trabajos, la primera máquina de vendig de la historia fue diseñada en Egipto por el ingeniero y matemático Herón de Alejandría, en el siglo I antes de Cristo y era un artilugio que dispensaba agua bendita en los templos de Tebas y alto Egipto. Para ello, los fieles debían introducir una moneda, parece ser que de 5 dracmas, y un ingenioso mecanismo de contrapesos hacía que un lado de una balanza interior de la “máquina” bajara y el otro subiera, abriendo, así, una válvula por la que salía el agua y que se volvía a cerrar cuando la moneda caía del todo.

Estas primeras “máquinas de vénding” además de compartir con las actuales la función de dispensar un producto bajo demanda, estaban situadas, también, en lugares estratégicos y de alta concurrencia como demuestra el hecho de que las referencias que se tienen de ellas las ubica, siempre, en las puertas de los templos. Más allá de estos ancestrales inicios, hay que decir, sin embargo, que la invención del vending moderno se sitúa varios siglos más tarde, concretamente en 1880 en Inglaterra, cuando un editor, Richard Carlile, inventó una máquina expendedora para vender sus libros.

Para burlar la censura y la subida abusiva de impuestos, Carlile construyó una máquina dispensadora de libros camuflada con un frontal en forma de reloj. El lector solamente tenía que girar las manecillas hasta seleccionar uno de los títulos, insertaba el dinero y la máquina sacaba el ejemplar. Así, eliminando al intermediario, desaparecía el delito de distribución de información prohibida. La idea era genial, pero la máquina pasó con más pena que gloria y no fue hasta tres años más tarde, en 1883, cuando la máquina de venta de postales dePercival Everitt se hizo famosa, tanto que se llegaron a instalar más de un centenar por todo Londres.

El mecanismo de la máquina de Everitt funcionaba sin errores y pronto desde el otro lado del Atlántico le llovieron las ofertas para hacerse con la patente y llevar la máquina a Estados Unidos, donde Thomas Adams Gum Company instaló las primeras unidades que adaptó para vender sus productos, los chicles.

Pocos años después, a principios del siglo XX, se empezaron ya había máquinas de vending distribuidas por ese país y además de chicles, también distribuían cigarrillos, sellos, ... y a partir de 1920, bebidas, concretamente gaseosa en vaso, aunque la gran revolución en el campo de los refrescos llegó con la primera dispensadora de Coca-Cola fría en 1929, un inventó que resultó el empujón definitivo para esta bebida que hasta el momento solo se podía comprar en tiendas de ultramarinos y farmacias y que ahora se ponía al alcance de todo el mundo en cualquier momento y lugar. Cuatro años después, se presentaba el primer dispensador de refrescos automático de Coca-Cola.

La popularidad de las máquinas expendedoras no dejó de crecer en los años siguientes, cuando le llegó el turno al café. La primera máquina con servicio de café caliente se fabricó en 1946 y fue la que marcó un auténtico hito en la historia del vending, expandiendo rápidamente su uso a nivel mundial. El inventor de esta primera máquina de vending de café fue Cyrus Melikianque la bautizó como Kwik Kafé. Explican que la idea le surgió ante la necesidad de muchas empresas de acortar la pausa del desayuno y es así que ideo la Kwik Kafé, capaz mezclar café instantáneo con agua caliente, añadir azúcar o leche a elección del cliente y servirlo en solo 5 segundos en un vaso de papel, sin intervención humana.

Un año después, la máquina de Melikian que empezó a distribuir la R.M. Rudd Melikian Company, ya se había instalado en numerosos puntos del país y según publicitaba la empresa, servían 250.000 tazas diarias. En 8 años, el número de máquinas superaba las 60.000 unidades en oficinas, fábricas y estaciones de todo Estados Unidos.

A Europa, la máquina de vending de café llegaría poco tiempo después, en la década de los 50. Las primeras eran de fabricación estadounidense, pero pronto Italia tomó la iniciativa de su fabricación y de sus fábricas salían máquinas expendedoras de café para todos los países de Europa.

En España, estas máquinas de distribución automática empezaron a implantarse de forma significativa en la década de los sesenta del siglo pasado. En un primer momento, solo las grandes empresas - Telefónica, Renfe, Altos Hornos, ... -incorporaban las nuevas cafeteras. Hoy, sin embargo, es casi anecdótico encontrar quienes no tiene una máquina automática de elaboración y dispensación de café.

Según estudios realizados sobre el consumo de café durante la jornada de trabajo, se ha demostrado que esta práctica mejora las relaciones laborales y contribuye al aumento del rendimiento de los trabajadores. Además, en momentos susceptibles a bajar la atención por cansancio o por estrés, el hecho de realizar una pequeña pausa para tomar café ayuda a descargar tensión y volver a la concentración.


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El origen de la taza de café

Desde la prehistoria el hombre ha utilizado sus manos unidas en forma de cuenco para contener líquidos y llevárselos a la boca. A lo largo de los siglos recipientes de diferentes medidas, formatos y materiales han substituido tan rudimentaria forma de ingerir líquidos, dando lugar, incluso, a diseños particulares en función de la bebida a degustar, jarras de cerveza, copas para vinos, vasos para agua,... y, claro está, tazas para el té y el café.

Las primeras tazas tienen su origen en China y estaban destinadas para beber té. Tenían forma de cuenquitos y eran de barro origi- nariamente, aunque luego se empezaron a fabricar con arcilla y ya posteriormente con porcelana.

El origen de las tazas tal cual las conocemos hoy se remonta a dos siglos a.C., durante la época de la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.), cuando los chinos descubrieron la porcelana y empezaron a utilizarla para la creación de tazas y otras vajillas.

A Europa, las tazas llegaron de mano de Marco Polo y las Cruzadas y no fue hasta finales del siglo XVII y prin- cipios del siglo XVIII que se empezaron a fabricar en el continente. Los comerciantes europeos de café imitaron los equipos y los métodos de preparación de café más habituales de Oriente Medio para vender su producto.

Esto incluyó en primera instancia, tazas al estilo de los fijans, los pequeños cuencos cónicos que tradicionalmente la cultura cafetera de la zona de Arabia, Turquía y del norte de Áfricas utilizaban para beber café. Poco después llegó la porcelana que se em- pezó a fabricar en Europa con caolín blanco de Sajonia y más adelante con el de Limoges y Sevres, disputándose fabricantes de todo el continente la autoría de las tazas más elegantes y sofisticadas.

Desde su adopción como recipiente para beber café, las tazas en el Viejo Continente fueron durante muchos años consideradas un símbolo de status, ligado a la realeza y a las clases más altas que las utilizaban para disfrutar del nuevo lujo que era el café. La democratización del café llevó consigo la democratización también, de las tazas de café que a lo largo de la historia, sin embargo, han continuado teniendo un papel desta- cado en el patrimonio de todas las familias europeas.

Actualmente en el mercado se encuentran tazas fabricadas con múltiples materiales, siendo las más habituales para el servicio de café, las tazas de porcelana, gres y loza.

EL PLATO Y EL ASA DE LA TAZA DE CAFÉ

Si los orígenes de la taza son inmemoriales, los del plato que la acompañan son más recientes. Su uso se estima que se inició alrededor del siglo XVIII y se atribuye a los ingleses el “invento” en cuestión.

El objetivo inicial de este platito parece que no era otro que el de enfriar el café. El líquido era vertido de la cafetera a la taza y a continuación cada persona lo vertía sobre su platito que, evidentemente, en aquella época eran mucho más hondo que los actuales.

Como la superficie del plato era mayor al de la taza, el café se enfriaba más rápidamente y con ello se facilitaba su degustación que se hacía desde el propio plato, relegando a la taza a una función de mero contenedor.

Esta costumbre no perduró mucho en el tiempo y en buena parte esto fue así, por la incorporación del asa a la taza de café que acabó con el plato como recipiente de degustación. A partir de entonces, el plato adquirió la nueva utilidad de soporte para la cucharilla y el azúcar y como medio de transporte de la taza de un lugar a otro.

El asa fue el último elemento que se sumó a la taza y aunque no existe literatura concreta sobre el tema, lo que es fácilmente deducible es que esta parte arqueada se incorporó como medida para manipular la taza de una forma mucho más cómoda y sin peligro de quemaduras.

Es así, que el asa debe ser cómoda y permitir cogerla con el pulgar y el índice, apoyarla en el medio, sin esfuerzo ni tensión desmesurada (un café con leche puede pesar un cuarto de kilo) y sobre todo sin que se nos obligue a quemarnos por tocar el cuerpo de la taza.

En las tazas de porcelana, el asa se pega con la misma barbotina – pasta de feldespato y caolín – que se utiliza para la fabricación del cuerpo. Una vez está ya enganchada, la taza se refina y pule, sobre todo el asa, a la que previamente se la ha librado de las rebabas del molde. La taza en este momento tiene una textura denominada “cuero” por su semejanza con este material.

En el momento en que ya tenemos la taza “montada”, se somete la pieza a una primera cocida que llegará hasta los 1.000oC. A continuación, se sumerge en el esmalte escogido y la taza vuelve al horno donde el esmalte vitrificará a 1.385oC, en una atmosfera reductora (libre de oxígeno por la introducción del gas de combustión). De este modo se elimina la porosidad de la taza y se le dan sus cualidades características: dureza de la pieza y del esmalte, y brillo y traslucidez de la porcelana.

¿DE DÓNDE PROVIENE EL NOMBRE “TAZA”?

A pesar de que no existe una afirmación categórica, todo apunta que el origen de la palabra “taza” tiene sello español. Y es que aunque la etimología de la palabra proviene del vocablo persa “tast”, que significa “cuenco”, este derivó en árabe a “tassah”, una palabra que fue introducida en la península en la época del Al-Andalus y desde donde viajó al resto de Europa y del mundo. 


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Cafés Granell

La historia de Cafés Granell tiene como punto de partida a dos protagonistas que han marcado a lo largo de los años el carácter de esta empresa de tostadores de café valencianos: el matrimonio formado por Agustín Granell y Consuelo Herrero, fundadores de la compañía y el mar Mediterráneo, testigo de excepción de los 81 años de historia de este proyecto familiar marcado por la pasión por el café.

Corría el año 1940 cuando Agustín Granell y Consuelo Herrero empezaban a construir los cimientos de lo que es hoy Cafés Granell. Movidos siempre por ofrecer el mejor producto, plantaron una semilla que sigue hoy muy presente y totalmente viva y que ha servido a lo largo de los años para que su visión y pasión por el café se haya transmitido, generación a generación. Y todo esto, a pesar de que los inicios fueron más complicados de lo que ya lo es de por sí, poner en marcha un nuevo negocio.

Y es que el matrimonio Granell decidieron iniciarse en el mundo del café, en uno de los momentos más complicados para este producto en España. 1940 era época de plena postguerra y el café había sido declarado Comercio de Estado. Esto quería decir que solo el Gobierno podía importar café y también, fijar las calidades, los orígenes e incluso el precio de venta al público y que cualquier tipo de importación de café fuera del sistema, se penaba.

LOS INICIOS

Agustín y Consuelo pusieron en marcha su negocio en su domicilio familiar de Sueca, la capital de la comarca valenciana de la Ribera Baja. Por las noches, Agustín subía a la buhardilla para tostar el café, operación que llevaba a cabo de manera manual, con suma atención y paciencia y con la única ayuda de una pequeña y rudimentaria máquina de tostar de 5kg.

Las dotes del abuelo Granell con el café, sin embargo, consiguieron hacer crecer el negocio en poco tiempo. La buhardilla quedó pequeña para dar salida al crecimiento de la demanda y fue entonces cuando el matrimonio invirtió todos sus ahorros en su primera gran tostadora que instalaron a las afueras de Sueca, exactamente en el mismo lugar donde hoy día se encuentra la sede de Cafés Granell.

En la pequeña fábrica de Sueca, la producción empezó a crecer y crecer día a día y la demanda de café tostado con vistas al Mediterráneo, empezaba a llegar de más allá de Sueca y sus poblaciones más próximas.

El café ya no se podía repartir en bicicleta, ni por cantidad ni por distancias y Agustín Granell, emprendedor como pocos, decidió comprar la primera furgoneta de la empresa a piezas, la cual, evidentemente logró montar y poner en circulación.

El nuevo vehículo sirvió para optimizar notablemente la logística de la empresa que, poco a poco, fue incorporando más furgonetas a su flota para poder atender las diferentes rutas de reparto por toda la comarca y más tarde, a lo largo de toda la franja mediterránea, desde Tarragona hasta Cádiz, pasando por Granada, Murcia, Almería, Castellón, Alicante y Valencia.

Con la segunda generación ya en fábrica, el abuelo Granell seguía atento a todos los quehaceres de la manufactura, supervisando la calidad del café, los procesos de tostado y el envasado final, a la vez que con toda la confianza puesta en las nuevas generaciones atendía atento sus propuestas, proyectos e ideas.

LA EMPRESA, HOY

La calidad y la motivación por ofrecer siempre el mejor café, son los valores que han perdurado en esta familia de tostadores y que siguen muy presentes hoy en día en Cafés Granell. Actualmente segunda y ter- cera generación, orgullosos de su pasado y comprometidos con el presente de la compañía, comparten las riendas de la empresa con el objetivo de mantener la esencia que 81 años atrás instauró su propio creador Agustín Granell.

A día de hoy, la firma tostadora cuenta con unas instalaciones de más de 10.000m2 en Sueca, donde tuestan y almacenan sus granos que distribuyen tanto en el sector de la alimentación como en el de la hostelería, en el que Cafés Granell se ha especializado, también, a lo largo de sus más de ocho décadas de historia.

En los últimos años, además, la familia

Granell han llevado su pasión por el café mucho más allá de nuestras fronteras y actualmente esta empresa está presente en más de 20 países, entre ellos, China, Polonia, Bulgaria, Alemania, Grecia, Francia, Reino Unido, Filipinas, Estados Unidos y Jordania. Allí y aquí, conjugando ilusión, experiencia y tesón con recursos técnicos y humanos, el equipo de Cafés Granell trabaja para que sus clientes disfruten del sabor único de sus cafés tostados frente al mar, rodeados por el clima, la luz y los aromas que dan forma al espíritu español: alegría, calidez, pasión y espontaneidad.

INNOVACIÓN SOSTENIBLE

Y es esta conexión con el Mediterráneo y con el entorno que ha marcado siempre a esta empresa, que ha propiciado que Cafés Granell, en materia de innovación, apueste claramente por la sostenibilidad.

La firma de cafés de Sueca fueron de los pioneros en el sector español del café en la implantación de un sistema de APPCC, Análisis de Riesgos y Puntos Críticos de Control. Ha implementado, también, un ambicioso sistema integrado de Gestión de Calidad y Medio Ambiente de acuerdo a las normas internacionales UNE EN ISO e IFS y cuentan con certificación Halal, Organico y UTZ, además de DIN CERTCO y OK COMPOST que verifica la compostabilidad de las nuevas cápsulas de la firma.

Estas cápsulas con huella ecológica mínima persiguen el objetivo de reducir el uso y el impacto que los plásticos producen en el medioambiente y el hecho de fabricarse con energías limpias (viento, el Sol, energía hidroeléctrica y biogás), hace además, que se prescinda totalmente del CO2 en todo el proceso. “Estamos orgullosos de poder decir que somos la tercera generación de una familia de tostadores, con una esencia única que nos ha guiado y nos guiará a través de los años”, aseguran la nueva generación de Cafés Granell al frente de la empresa.

CASA GRANELL

Casa Granell es un espacio único en las instalaciones de Cafés Granell en la que se invita a todos los visitantes a conocer la historia de este tostador valenciano. En este espacio, presidido por la imagen de los dos fundadores, Agustín Granell y Consuelo Herrero, se exponen múltiples fotografías que testimonian momentos e hitos importantes de cada época vivida por esta firma, desde su fundación hasta nuestros días, y que los visitantes pueden rememorar a través de las explicaciones que acompañan a cada imagen.

The Coffee Academy es otra de las áreas destacadas de Casa Granell, dedicada, en este caso, al asesoramiento a clientes en el manejo, preparación y servicio de café.

Son parte, también, de Casa Granell, la Cafeteria 55 y el Studio Granell, el corazón y alma de Cafés Granell, donde se supervisa la calidad de todos los cafés con los que trabajan y se elaboran los blends, momento en el cual, explican desde Granell, el café obtiene nombre propio y da como resultado el carácter propio de la marca Granell.
 


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Société Générale de Surveillance, SGS

SGS transformó a finales del siglo XIX el comercio del grano en Europa, ofreciendo servicios de inspección agrícola innovadores nunca vistos hasta el momento. De origen suizo, la empresa opera en España desde 1929, siendo responsables, entre otros, de servicios de inspección y supervisión del comercio internacional de productos agrícolas como el café.

SGS es líder mundial en inspección, verificación, ensayos y certificación de productos agrícolas y otros bienes de consumo que se envían de una parte a otra del mundo, siendo el café uno de sus productos de supervisión de mayor importancia.

La compañía está considerada como el principal referente mundial en calidad e integridad, contando con más de 93.000 empleados y una red de más de 2.600 oficinas y laboratorios por todo el mundo que ofrecen una amplia carta de servicios agrupados en actividades de Inspección, Ensayos, Certificación y Verificación.

En España cuenta con más de 4.100 profesionales, 136 oficinas y laboratorios (fijos y móviles) en todas las Comunidades Autónomas, siendo el Port de Barcelona su principal escenario de actuación con el café. Allí, SGS trabaja a pie de almacén, asegurando gran parte de la operativa de muestreo del café que entra por este punto a nuestro país, una tarea vital si tenemos en cuenta que la representatividad de esas muestras, será la que condicionará las decisiones posteriores que se tomen en los laboratorios con relación al total del lote de café comprado.

LA HISTORIA DE SGS

La historia de SGS arranca en 1878 en el puerto de Rouen, Francia. Allí, un joven inmigrante letón, Henri Goldstück, al que le gustaba observar el ir y venir de los barcos se percató que los exportadores de cereales estaban perdiendo dinero por no estar presentes en el puerto de destino y controlar el desembarco de su producto.

En aquella época era habitual que durante el transporte, y especialmente en la carga y la descarga, se produjeran pérdidas en el volumen del cereal debido a fugas y robos y teniendo en cuenta que los importadores solo pagaban por la cantidad de cereal recibida, no por la que se enviaba, era frecuente que los exportadores recibieran menos de lo inicialmente estimado.

Empático como ninguno, Goldstück empezó a dar vueltas a la cabeza hasta dar con una idea que le permitiera defender los derechos de los exportadores, ofreciendo para ello y a cambio de una comisión basada en el valor del envío, un servicio de inspección y verifi- cación de la cantidad y la calidad del cereal en el punto de llegada.

Para materializar la idea, el joven pidió dinero prestado a un amigo austriaco y comenzó a inspeccionar los envíos de grano a su llegada a Rouen. En poco tiempo su servicio redujo las pérdidas de los exportadores y aumentó sus beneficios y el boca a boca dio a conocer su iniciativa rápidamente, contribuyendo a un exitoso crecimiento del negocio.

Henri Goldstück y su amigo austriaco se asociaron y formaron su propia compañía, el 12 de diciembre de 1878. En un año, la empresa había abierto oficinas en los tres principales puertos de Francia: Le Havre, Dunkirk y Marsella.

En 1913, su proyecto se había convertido ya en una de las compañías líderes en el sector de la inspección de cereales, con métodos innovadores y volúmenes por año que superaban los 21 millones de toneladas, gracias a su próspera red de ya 45 oficinas repartidas por toda Europa.

En 1915, durante la Primera Guerra Mundial, la sede de la empresa de Goldstück se trasladó desde París (Francia) a Ginebra (Suiza) para poder continuar con sus operaciones desde un país neutral. A ello le siguió el cambio de denominación oficial a la actual “Société Générale de Surveillance”, SGS, su expansión internacional - en 1928, la em- presa había establecido oficinas y filiales en 21 países en el mundo- y su aterrizaje en España en 1929. 

SGS Y EL CAFÉ EN ESPAÑA

En el momento de la liberalización del mercado del café en España en los inicios de los 80, diversos comerciantes europeos que históricamente operaban con café y otros productos vieron la oportunidad de integrar el mercado español a sus actividades, a la vez que empezaban a surgir los primeros traders españoles. 

Fue así que SGS inició en España su vinculación con el café al ser contratado por estos traders para actuar como Agente Documental en el comercio de café en sus embarques que llegaban a puertos del país.

La solicitud de servicios por parte de clientes fue progresivamente ampliada, culminando en la sugerencia de establecer una actividad que incluyera el depósito especializado de café en España, actividad que como SGS, la empresa ya efectuaba en los principales puertos europeos.

Dicha idea se materializó en 1987 con la fundación de Barcelona International Terminal, BIT, constituida como sociedad mercantil entre SGS y el Grupo Masiques, quien a su vez, desde la liberalización del mercado de café había logrado una relevante espe- cialización como agente de aduanas en el sector.

En 1991, BIT consiguió la certificación para operar como warehousekeeper y almacén certificado para el almacena- miento de café Robusta en el mercado de futuros en Londres (LIFFE, actualmente ICE EU).

Este gran hito fue seguido en 1999 por la inauguración de SGS Qualicafé, el primer y único laboratorio en España, dedicado exclusivamente a actividades de análisis, ensayo y caracterización de productos de café verde y tostado en sus diferentes preparaciones, grano, molido, soluble, cápsulas...

Tras diversas ampliaciones en sus instalaciones para aumentar la capacidad de almacenamiento de BIT y la inauguración de la primera instalación receptora de café verde en bulkliner (granel) por parte de la sociedad participada por SGS (a fecha de hoy ya dispone de tres, con una capacidad de recepción de hasta 1.000 Tm de café verde al día), BIT, en conjunto con el Puerto de Barcelona, consiguió la certificación para operar como warehousekeeper y almacén certificado para el almacenamiento de café Arábica en el mercado de futuros de Nueva York (ICE US).

CAFÉ CERTIFICADO ORGÁNICO

A partir del 2017, BIT ha vivido una etapa de fuerte crecimiento de actividad y ha vidido diversas ampliaciones sucesivas de sus instalaciones hasta alcanzar, a día de hoy, una superficie de más de 45.000 m2 dedicados exclusivamente al almacenamiento de café verde, además de acoger diversas instalaciones adaptadas a los actuales sistemas de carga – descarga planteados en la cadena de distribución logística.

De igual modo, BIT ha ido ampliando las acreditaciones vinculadas a la actividad de manipulación y almacenamiento de café, tanto en lo que se refiere a las mencionadas nominaciones para operar con café certificado por los mercados de futuros de café Arábica y café Robusta , como en materia de autorizaciones y registros de las autoridades sanitarias como industria alimentaria.

Como primer destinatario en la UE de café certificado orgánico, BIT ha recibido el aval oficial para almacenar, envasar y recepcionar este tipo de café y es miembro acreditado en los canales de trazabilidad para operar con café certificado UTZ, Rainforest, etc., y cuenta con diversos proce- dimientos regulatorios específicos para café (verde) basados en las Autoridades Sanitarias que lo avalan ante autoridades internacionales de todo tipo, desde la OMS (CODEX), a la Organización Internacional del Café (ICO), pasando por la European Food Safety Authority (EFSA) o la US Food and Drug Administration (FDA), entre otros.

SGS HOY Y RETOS FUTUROS

Actualmente, Barcelona International Terminal – BIT –, es la terminal de café verde más importante del sur de Europa, operando de forma exclusiva con este producto, mientras que SGS Qualicafé, desde el año 2005, laboratorio Acreditado ENAC, se mantiene en España, como el único especializado en exclusiva en el café en todas sus vertientes. Entre ambos se proporciona un seguimiento y control en todas las etapas de suministro de café, mediante los procesos de inspección y verificación desde el momento en que este producto es introducido en el territorio nacional, así como los análisis y ensayos efectuados por el laboratorio en los procesos siguientes de transformación del café verde al producto final que llega al consumidor.

Mientras, SGS avanza con las operativas globales para dar respuesta a las crecientes necesidades de los clientes y generar confianza en procesos y productos a través de actividades de inspección y certificación.

En esta línea, SGS Qualicafé trabaja para mantenerse a la vanguardia en la incorporación de nuevos procedimientos de análisis y ensayo en correspondencia a los recientes requisitos solicitados en materia de seguridad alimentaria e incorporación de nuevas formas de consumir café que van ampliando las opciones de compra del consumidor final (monodosis, sistemas de cápsulas, etc.)

BIT, por su parte, trabaja en continua evolución mediante la ejecución de proyectos de inversión para la mejora de instalaciones, la implantación de soluciones a los nuevos sistemas modales de carga propuestos por los clientes, y en especial a la incorporación de procesos que generan valor en la cadena de suministro del café verde (proceso de blending, limpieza de café, etc.).

Todas estas actividades se desarrollan, en última instancia, bajo los pilares de sostenibilidad y estrategia de cambio climático a nivel global del Grupo SGS, los cuales son compartidos en buenas prácticas y son evaluados periódicamente para la evaluación de resultados y promover la mejora continua, con el claro objetivo de minimizar la huella ambiental y brindar valor sustentable a la sociedad. 


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El origen de la taza de café

Desde la prehistoria el hombre ha utilizado sus manos unidas en forma de cuenco para contener líquidos y llevárselos a la boca. A lo largo de los siglos recipientes de diferentes medidas, formatos y materiales han substituido tan rudimentaria forma de ingerir líquidos, dando lugar, incluso, a diseños particulares en función de la bebida a degustar, jarras de cerveza, copas para vinos, vasos para agua,… y, claro está, tazas para el té y el café. 

Las primeras tazas tienen su origen en China y estaban destinadas para beber té. Tenían forma de cuenquitos y eran de barro originariamente, aunque luego se empezaron a fabricar con arcilla y ya posteriormente con porcelana. 

El origen de las tazas tal cual las conocemos hoy se remonta a dos siglos a.C., durante la época de la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.), cuando los chinos descubrieron la porcelana y empezaron a utilizarla para la creación de tazas y otras vajillas. 

A Europa, las tazas llegaron de mano de Marco Polo y las Cruzadas y no fue hasta finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII que se empezaron a fabricar en el continente. 

Los comerciantes europeos de café imitaron los equipos y los métodos de preparación de café más habituales de Oriente Medio para vender su producto. Esto incluyó en primera instancia, tazas al estilo de los fijans, los pequeños cuencos cónicos que tradicionalmente la cultura cafetera de la zona de Arabia, Turquía y del norte de Áfricas utilizaban para beber café. Poco después llegó la porcelana que se empezó a fabricar en Europa con caolín blanco de Sajonia y más adelante con el de Limoges y Sevres, disputándose fabricantes de todo el continente la autoría de las tazas más elegantes y sofisticadas.

Desde su adopción como recipiente para beber café, las tazas en el Viejo Continente fueron durante muchos años consideradas un símbolo de status, ligado a la realeza y a las clases más altas que las utilizaban para disfrutar del nuevo lujo que era el café. La democratización del café llevó consigo la democratización también, de las tazas de café que a lo largo de la historia, sin embargo, han continuado teniendo un papel destacado en el patrimonio de todas las familias europeas. 

Actualmente en el mercado se encuentran tazas fabricadas con múltiples materiales, siendo las más habituales para el servicio de café, las tazas de porcelana, gres y loza. 

EL PLATO Y EL ASA DE LA TAZA DE CAFÉ

Si los orígenes de la taza son inmemoriales, los del plato que la acompañan son más recientes. Su uso se estima que se inició alrededor del siglo XVIII y se atribuye a los ingleses el “invento” en cuestión. 

El objetivo inicial de este platito parece que no era otro que el de enfriar el café. El líquido era vertido de la cafetera a la taza y a continuación cada persona lo vertía sobre su platito que, evidentemente, en aquella época eran mucho más hondo que los actuales. 

Como la superficie del plato era mayor al de la taza, el café se enfriaba más rápidamente y con ello se facilitaba su degustación que se hacía desde el propio plato, relegando a la taza a una función de mero contenedor. 

Esta costumbre no perduró mucho en el tiempo y en buena parte esto fue así, por la incorporación del asa a la taza de café que acabó con el plato como recipiente de degustación. A partir de entonces, el plato adquirió la nueva utilidad de soporte para la cucharilla y el azúcar y como medio de transporte de la taza de un lugar a otro.

El asa fue el último elemento que se sumó a la taza y aunque no existe literatura concreta sobre el tema, lo que es fácilmente deducible es que esta parte arqueada se incorporó como medida para manipular la taza de una forma mucho más cómoda y sin peligro de quemaduras. 

Es así, que el asa debe ser cómoda y permitir cogerla con el pulgar y el índice, apoyarla en el medio, sin esfuerzo ni tensión desmesurada (un café con leche puede pesar un cuarto de kilo) y sobre todo sin que se nos obligue a quemarnos por tocar el cuerpo de la taza. 

En las tazas de porcelana, el asa se pega con la misma barbotina – pasta de feldespato y caolín – que se utiliza para la fabricación del cuerpo. Una vez está ya enganchada, la taza se refina y pule, sobre todo el asa, a la que previamente se la ha librado de las rebabas del molde. La taza en este momento tiene una textura denominada “cuero” por su semejanza con este material. 

En el momento en que ya tenemos la taza “montada”, se somete la pieza a una primera cocida que llegaráhasta los 1.000ºC. A continuación, se sumerge en el esmalte escogido y la taza vuelve al horno donde el esmalte vitrificaráa 1.385ºC, en una atmosfera reductora (libre de oxígeno por la introducción del gas de combustión). De este modo se elimina la porosidad de la taza y se le dan sus cualidades características: dureza de la pieza y del esmalte, y brillo y traslucidez de la porcelana. 

¿DE DÓNDE PROVIENE EL NOMBRE “TAZA”?

A pesar de que no existe una afirmación categórica, todo apunta que el origen de la palabra “taza” tiene sello español. Y es que aunque la etimología de la palabra proviene del vocablo persa “tast”, que significa “cuenco”, este derivó en árabe a “tassah”, una palabra que fue introducida en la península en la época del Al-Andalus y desde donde viajó al resto de Europa y del mundo. 


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Simonelli Group

El café se ha convertido en un fenomeno lifestyle y Simonelli Group, empresa italiana que desde 1936 patenta y produce máquinas de café, sigue siendo una gran referencia en el sector. La empresa, que hoy vende sus máquinas con los brands, Nuova Simonelli y Victoria Arduino, hace hincapié en sus fuertes valores y ha hecho frente al periodo de la pandemia con la cultura de tratar de encontrar nuevas oportunidades en cada situación, para adaptarse a las nuevas tendencias y enfrentarse a nuevos desafíos. Esta es una actitud que caracteriza Simonelli Group desde su fundación.

Corrían los años treinta cuando Orlando Simonelli, un artesano de una pequeña aldea del centro de Italia puso las bases del gran proyecto que es hoy la compañía que lleva su nombre. Simonelli tenía un taller en los bajos de su vivienda donde pasaba las horas ideando y construyendo cosas, y creativo e ingenioso como era, fue allí donde diseñó y fabricó su primera máquina de café espresso. Simonelli le puso de nombre “1936” y como buen emprendedor que era, también, se ocupó el mismo de su comercialización.

Orlando Simonelli diseñó y fabricó su primera máquina espresso en 1936

Tras la Segunda Guerra Mundial, desafiando las dificultades de la postguerra, Orlando Simonelli decidió impulsar de nuevo sus objetivos empresariales y, poco a poco, su negocio fue creciendo. Tanto fue así que en 1948 decidió trasladar su actividad a Tolentino, donde contrató algunos obreros que le empezaron a ayudar en la fabricación artesanal de sus máquinas de café espresso. Tras el traslado llegaron años de gran trabajo y de más crecimiento que culminaron en 1960 con la inauguración de una nueva planta en esta misma ciudad de la región italiana de Las Marcas.

RECOGIENDO EL TESTIGO DE ORLANDO SIMONELLI

El 9 de mayo 1971, tras una larga enfermedad, Orlando Simonelli falleció en su casa de Tolentino. El año siguiente, con el fin de no dejar Nuova Simonelli en manos ajenas, los empleados Nando Ottavi, Graziano Boldrini, Giovanni Feliziani y Carlo Gesuelli decidieron con valentía seguir los pasos de su fundador, hacerse emprendedores y adquirir la empresa. Dos años después, entraría también en la empresa, Sandro Feliziani.

Con miras al futuro, con ambición y conciencia, los nuevos socios de la recién reconfigurada empresa decidieron, entonces, trasladar la actividad a una nueva sede, con espacios adecuados para la construcción de unas instalaciones más grandes. Fue así que la empresa se trasladó a Belforte del Chienti, a unos escasos 10 km de distancia, donde existían terrenos adecuados donde construir la nueva fábrica.

Tantos esfuerzos empezaron a dar frutos poco tiempo después. Y fue ya, entre los años ’80 y ’90, que la producción creció de forma destacada de la mano de los lanzamientos de innovadores modelos de alta tecnología. En ese momento se abrieron, también, para la compañía, las puertas al mercado internacional con la exportación de máquinas de café espresso a Estados Unidos. Esto propiciaría la fundación de la filial estadounidense, con base en Ferndale, en el Estado de Washington, en 1993.

NUEVOS RETOS: EMPRESA MULTIMARCA

Asentado su éxito también en el sector de máquinas de diseño y sofisticación, Nuova Simonelli estrenó el nuevo siglo como empresa multimarca, gracias a la adquisición en 2001 de la prestigiosa marca Victoria Arduino, sinónimo de calidad italiana desde 1905.

Ya en 2015 y con miras a fortalecer su presencia en el mercado asiático cada vez más amplio, Nuova Simonelli inauguró una filial en Singapur con despachos comerciales, showroom y training center, que acogen constantemente a distribuidores, clientes y técnicos, tanto para actividades de venta, como de formación profesional.

Un año después, en 2016, para celebrar los 80 años de actividad, la empresa estrenó su actual denominación: Simonelli Group. La elección, centrada en la necesidad de representar de la mejor forma posible la nueva evolución organizativa, encierra, además, la historia de un grupo de personas que a lo largo de décadas han hecho crecer la firma sin perder nunca, ni abandonar, la filosofía creativa e ingeniosa de ese pequeño taller de Orlando Simonelli donde todo empezó.

A la celebración de los 80 años de Simonelli Group, le siguió, en 2018, la inauguración de una nueva filial en Francia, con sede en Lyon.

DE BELFORTE DEL CHIENTI A 124 PAÍSES DEL MUNDO

Actualmente, la evolución de la empresa se traduce en nuevas metas, entre las que des- tacan la abertura de varios Experience Lab en todo el mundo, donde es posible vivir a través de todo tipo de eventos y sesiones formativas, la experiencia de las dos brands del Grupo, tal cual uno la viviría en la sede central de Belforte del Chienti.

Hoy en día Simonelli Group sigue innovando e innovándose, habiéndose marcado como objetivo, enlazar mer- cados y clientes a través de dos áreas básicas de servicios: una técnica y otra dedicada a la cultura del café. Es así que ambas, han estado ideadas y desarrolladas para superar confines y distancias geográficas y quedarse, siempre, cerca y bien conectados con los clientes de los 124 países donde Simonelli Group está ya presente, con tres filiales en Estados Unidos, Francia y Singapur, y Experience Lab en Shanghai, Melbourne, Jakarta y Singapur.

Y esto no es todo. En los últimos años la empresa que bebe del ingenio de Orlando Simonelli, ha lanzado un nuevo ecosistema de productos basado en la inteligencia artificial y conocimiento que ha incidido de forma destacada en el desarrollo de la máquina espresso. Se incluyen en esta nueva generación de equipos, máquinas capaces de ofrecer altos desempeños, aumentar la “user experience”, reducir el impacto medioambiental y, sobre todo, capaces de representar la personalidad y el estilo de quien las utiliza. Simonelli Group, con los brand Nuova Simonelli y Victoria Arduino, ha desarrollado productos capaces de responder a las nuevas tendencias de forma innovadora, con una gran atención a la sostenibilidad e invirtiendo, siempre, en la difusión de la cultura del café.

LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL EN EL CORE BUSINESS DE SIMONELLI GROUP

Y es que para Simonelli Group, la sostenibilidad medioambiental ya no es una elección, sino un deber. Apostar por la protección del planeta significa ante todo respetar a las generaciones futuras dándoles un mundo sano y, está claro que todos, particulares y empresas, debemos hacer nuestra parte. Es por ello que Simonelli Group ha reforzado desde hace algún tiempo sus alianzas con centros de investigación y universidades para desarrollar y luego aplicar nuevas tecnologías, nuevos materiales y nuevas soluciones de diseño capaces de reducir, cada vez más, el impacto medioambiental de las máquinas de café espresso.

La sostenibilidad representa para Simonelli Group un activo estratégico real y un motor de crecimiento para la creación de valor. De acuerdo con ello, están implementando varias soluciones avanzadas tanto en sus oficinas como en sus equipos. Además, desde el año 2019 tienen en marcha un proyecto con el Departamento de Educación, Patrimonio Cultural y Turismo de la Universidad de Macerata, que valora el impacto de todas las acciones de la empresa y estudia todos los puntos a mejorar para crear las estrategias necesarias que les permitan cumplir con los "Objetivos de desarrollo de la Sostenibilidad 2030", emitidos por Naciones Unidos.

Además, en el marco de esta apuesta por la sostenibilidad, Simonelli Group ha sido de las primeras empresas del sector que realiza análisis sistemáticos sobre la huella de carbono de cada uno de sus nuevos productos, habiendo conseguido ya, por ejemplo, que sus máquinas más nuevas se fabriquen con materiales reciclables y consuman un 35% de energía menos que los modelos anteriores.

La sostenibilidad en Simonelli Group también va ligada a acciones de responsabilidad social, especialmente en la región le Marche, donde siempre ha tenido su sede la empresa. Allí colaboran con las comunidades locales no solo económicamente, sino también con programas de apoyo directo en escuelas, universidades y asociaciones. 


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René Costé, el ingeniero agrónomo del café

Pocos nombres son tan reconocidos en la caficultura del último siglo como el de René Coste, el ingeniero agrícola francés al que debemos una de las recopilaciones más completas de datos sobre la botánica del café.

Coste nació 1907, en Valréas, una pequeña población de la región de Provenza-Alpes- Costa Azul, en Francia. Desde pequeño siempre demostró un gran apego con todo lo relacionado con las plantas, y eso le llevó, al finalizar sus estudios de secundaria, hasta la Escuela de Agricultura de Nueborg, donde obtuvo su primera titulación. Poco tiempo después, en 1926, recibió su licenciatura en Ingeniería Agrícola Colonial que le sirvió como pasaporte a África, donde se erigió como un gran promotor de la nueva caficultura y del cultivo de cacao.

En su primer trabajo en África Central, Coste se dedicó a estudiar la cultura del café en Kenia. Para tener la certeza de recopilar los datos correctos, se instaló durante un tiempo en diferentes plantaciones, donde recogió información sobre los cafetos, realizó estudios fitosanitarios de los terrenos y de los árboles y observó las técnicas de producción. René Coste quedó entusiasmado por el café y, también, por la gente del café, tanto que extendió su trabajo con datos interesantes sobre sus condiciones de vida y métodos de trabajo.

Esta recopilación le sirvió de base para sus trabajos futuros en África, donde a lo largo de diferentes estancias, contribuyó a mejorar de forma definitiva la calidad de cafés de orígenes como Camerún o Costa de Marfil que, de mano de este ingeniero francés, no solo empezaron a posicionarse en el mercado internacional, sino que lo hicieron entre las mejores calidades del momento.

UN CAMINO DE ÉXITO HACIA LA CALIDAD

Un ejemplo de este trabajo fue el que realizó en los cafetales de la población camerunesa de Foumban, donde René Coste se instaló con su mujer entre 1932 y 1934. Hasta el momento de su llegada, la producción allí era pobre y de poca calidad. Coste apostó por poner en práctica todo lo que había aprendido en Kenia y empezaron a trabajar con selección de plantones en grandes extensiones de tierra y pronto las nuevas técnicas de cultivo se hicieron indispensables, logrando dar un giro completo a la producción. El resultado fue el nacimiento de nuevos y prósperos cafetales, con un alto rendimiento en sacos y en valor de la mercancía.

CAMERÚN, EL CAFÉ DE COSTE

Fue en esa época que René Coste creó la “Coopérative des planteurs de Café d’Arabie du Pays Bamoun”- un modelo embrionario de las actuales organizaciones africanas de caficultores - y abrió un beneficio, donde se procesó el primer café Arábica producido el error, certificando el origen camerunés del café de Coste, igual que su altísima calidad.

Es así que durante varios años, René Coste incursionó en el comercio de café con Europa, aunque su verdadera vocación fue siempre investigar y transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de ingenieros agrícolas que él quería que le ayudarán a conseguir para el café africano, el salto definitivo hacia la calidad que él siempre presupuso. Todo ello le llevó a aceptar en 1938 el cargo de Inspector Adjunto del Director de la primera Escuela Superior de Agricultura de Ultramar en Camerún, donde su trabajo resultó vital en el desarrollo de una nueva era para la caficultura del país.

CAFETOS Y CAFÉS DEL MUNDO

De hecho, los resultados fueron tan buenos que tras la Segunda Guerra Mundial fue requerido para colaborar en los servicios agrícolas de las Islas Mauricio, Madagascar y Reunión, donde, de nuevo, su afán investigador lo convirtió en pieza fundamental del desarrollo, en este caso, de la producción de caña de azúcar y de aceites esenciales en estos territorios.

Desde ese momento René Coste siguió trabajando con el café, aunque también con otros productos como el cacao, del que también se convirtió en un gran especialista. En 1950 fue solicitado por el gobierno francés para levantar el cultivo de cacao en Camerún y Nigeria, consiguiendo en unos años llevar a este primer país al liderazgo mundial del cacao.

En 1956 René Coste creó por encargo del gobierno francés el primer Centro de Investigación de Café y Cacao en Costa de Marfil y tan solo un año después, los logros conseguidos le llevaron a ser nombrado director general del Instituto Francés de estos dos productos.

En esa época, además, Coste publicó su trabajo de investigación sobre el café bajo el título “Cafetos y Cafés del Mundo”, una obra divida en tres volúmenes, que hoy día sigue siendo material de consulta para investigadores de café de todo el mundo. Era la recopilación de datos más completa hasta ese momento sobre el cafeto, su cultivo, el beneficio y el comercio del café

Fuente: Jean-Jaques Perriot
 


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Port de Barcelona: 150 años conectados con el mundo

En 2019 se ha conmemorado el siglo y medio de la constitución de la Junta de Obras del Port, que impulsó la construcción y desarrollo del puerto moderno, principal punto de entrada de café verde en España.

El inicio de la historia de la construcción y desarrollo del puerto moderno de Barcelona se remonta a 1869, cuando se constituyó la Junta de Obras del Port de Barcelona, la primera entidad responsable de la administración y gestión de la instalación catalana, que impulsó la financiación y construcción de las obras del puerto actual. Fue la primera Junta de Obras del Estado y con las infraestructuras que desarrolló consiguió superar un problema histórico de la ciudad: proporcionar un resguardo amplio y seguro para los buques.

Con el impulso de la Junta de Obras, los antiguos muelles medievales se transformaron en la infraestructura moderna y eficiente que requería la ciudad y el Port de Barcelona se convirtió en la instalación marítima que la economía catalana industrializada necesitaba para conectarse con el resto del mundo. La nueva infraestructura facilitó la llegada de las materias primas que las industrias del país pedían para crecer: carbón, algodón, hierro y otras materias, y se convirtió, asimismo, en la puerta por donde salían las exportaciones de ultramar. 
 

La Junta de Obras del Port de Barcelona pudo constituirse gracias a los cambios de gran trascendencia que llevó, en pocos meses, la Revolución de septiembre de 1868. La voluntad de cambio real y al servicio de la sociedad de aquel Gobierno permitió la aparición de una nueva administración con capacidad y con herramientas para conseguir una financiación suficiente para dar respuesta a las demandas de los ciudadanos, de la economía y del conjunto del país.

En consecuencia, la Junta de Obras incorporó a los sectores con interés directo (comerciantes, armadores, industriales, navieros, marinos) en el nuevo órgano de gobierno. Hace pues, 150 años ya se abrió la gestión de la ampliación y desarrollo del puerto a lo que hoy denominamos la Comunidad Portuaria de Barcelona.

Debe destacarse especialmente el esfuerzo titánico que supuso la construcción del puerto: desde el primer dique iniciado en el siglo XV hasta las más de mil hectáreas de superficie terrestre actuales, todo el Port de Barcelona se encuentra sobre terrenos ganados al mar, con lo que esto supone en la lucha contra la dinámica litoral, a menudo desfavorable, con graves averías provocadas por los temporales. Es así, que la Junta de Obras incorporó en el plan inicial un proyecto de ingeniería avanzado y maquinaría moderna, basada en la fuerza del vapor, que permitió ejecutar de forma rápida y eficiente la construcción de muelles y, muy especialmente, el dragado para conseguir un calado suficiente.
 

Vale la pena recordar, también, el esfuerzo realizado por los gestores para dotar al puerto de muelles, almacenes y ma- quinaria adecuada y suficiente para atender las necesidades del comercio marítimo internacional. Un esfuerzo que se ha mantenido hasta hoy: si en el siglo XIX el puerto supo adaptarse a la llegada de buques de vapor con esloras cada vez más grandes, en el siglo XXI puede operar también a los mayores portacontenedores y cruceros que han navegado hasta ahora.

Tras el impulso modernizador de estos primeros años, y exceptuando el paréntesis de la Guerra Civil y la posterior dictadura, el Port de Barcelona ha seguido dando respuesta a todos los retos que se han ido planteando. Ha sido un puerto innovador desde su creación y lo ha seguido siendo cien años más tarde con la creación de conceptos inéditos en el ámbito Mediterráneo como son la Zona de Actividades Logísticas y el Port Vell -o puerto ciudadano-, el desarrollo de planes de calidad o la implantación de soluciones telemáticas, todos ellos con éxito y que se han convertido refe- rentes internacionales.

Hoy el Port de Barcelona sigue desarrollando soluciones innovadoras para los retos que le plantea el transporte, la logística y el comercio internacionales. Son retos que alcanzan todos los ámbitos, desde la digitalización de todos los procesos hasta la gestión eficiente de las operativas y los flujos de mercancías, pasando por la transformación hacia un puer- to sostenible desde el punto de vista social, económico y medioambiental.

Port de Barcelona
Fotos Arxiu de l’Autoritat Portuària de Barcelona

*Puedes acceder a la revista Fórum Café nº83 completa aquí.


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Cafés Baqué

Las empresas son ricas en recuerdos, vivencias, rumores, anécdotas,... que dan forma a su historia y les dotan de identidad. Cafés Baqué inició su andadura a principios del siglo pasado y en todos estos años se han ido entrelazando personas, hechos y circunstancias que dan carácter a la trayectoria de esta firma en la historia del café en España.

Juan Baqué fue el primer miembro de la familia Baqué en relacionarse con los negocios del café. Poseía una tienda de coloniales en Bilbao. Estos establecimientos con aspecto de almacén, tomaban su nombre del origen ultramarino de sus productos, que prove- nían de las colonias y despachaban tanto productos frescos a granel como envasados.

UN PATRIARCA: DON JUAN BAQUÉ

El comercio de Juan Baqué radicaba en Bilbao, en la calle Iturriza y fue durante la explotación del almacén de coloniales que obtuvo una concesión de café. Estas concesiones implicaban que el almacén recibiera una limitada cantidad de producto para revender. En el caso del café, se permitía proceder al tueste y venta posterior. Fallecido Juan Baqué (1917), Julia Delclaux y sus hijos Emilio y Francisco asumieron la gestión de los negocios familiares. En aquel tiempo, varios de ellos iban decayendo, pero en cambio el negocio del café, hasta entonces casi residual, empezó a consolidarse. En esos momentos,la empresa ya estaba en Durango donde Juan Baqué se había trasladado para instalar su negocio en plena efervescencia industrial, y prosperar.

El café, su almacenamiento, tueste, molido, empaquetado y distribución, coparon paulatinamente la sede de la calle Barrenkale 38 de esta población, y tal y como se detallará más adelante, se hicieron necesarias profundas reformas para verticalizar el proceso de producción y atender la demanda creciente de este producto. Emilio Baqué se apoyó en sus hijos para acrecentar el negocio. A pesar de no responsabilizarse directamente del negocio del café, Emilio acudía a la empresa regular y puntualmente. Su hora de entrada habitual eran las tres de la tarde, y lo primero que hacía era tomar un café negro, preguntando a todos y cada uno de los empleados si ya lo habían hecho. La cafetera estaba emplazada en el despacho de su hijo José Luis - Txetxu - y el café se tomaba siempre solo, sin leche. Su máxima al respecto era, “no se podía ni vender ni trabajar el café si a uno mismo no le gustaba”. Predicar con el ejemplo.

NUEVA MAQUINARIA

Con el objetivo de hacer del tostadero de Barrenkale en Durango una sede remodelada y capaz de asumir nuevas maquinarias, José Luis Baqué viajó a Cataluña para visitar algunas empresas. Visitó Cafés Soley, destacado tostador catalán, y allí se dio cuenta de la necesidad de verticalizar el proceso de producción de café. La remodelación de la sede de Barrenkale supuso un gigantesco salto adelante. Con capacidad multiplicada para gestionar café, tostarlo y venderlo, el problema se posicionó en cómo tener el café en verde necesario y suficiente para abastecer a aquella industria. Monopolio del Estado tras la Guerra Civil, el café quedó bajo un sistema de cupos, sumamente restringido al principio.Se hacía necesario agudizar el ingenio en la búsqueda de café en verde para el doble objetivo de satisfacer la demanda y sustituir el café de mala calidad –que era muy abundante–. Los Baqué focalizaron su atención en ello.

CAFÉS BAQUÉ S.A Y NUEVA SEDE

Fue en 1966 cuando se constituyó la empresa en sociedad mercantil anónima, cuyo objetivo era y sigue siendo la compra, torrefacción y venta de café. En sus primeros años el ritmo de crecimiento del negocio fue impresionante. Las instalaciones de Barrenkale, recientemente inauguradas, se dirigían hacia el colapso de forma inexorable. Carecían de superficie útil y su ubicación en le centro de la villa impedían cualquier posible ampliación. A todo esto, se sumaron las graves inundaciones del 13 de junio de 1975 que afectaron seriamente a la empresa. El traslado, que ya había sido decidido previamente, tendría lugar al año siguiente. En esa época el café se seguía tostando, moliendo y empaquetando de forma casi artesanal, mientras que los maestros tostadores empleaban el oído
para que el café “se quejara y les hablara”, anunciando su punto correcto de tueste.

La inauguración de la actual sede data de mayo de 1976. La ubicación del nuevo espacio en el polígono de Santa Apolonia en Iurreta, permitía afrontar el futuro con plenas garantías. En aquel entonces, la construcción de la autopista Bilbao-Behobia, dejaba a la empresa inmejorablemente comunicada.

A esas alturas, Txetxu era el que llevaba las riendas del negocio del café ya liberado del monopolioestatal. Frente a él se abría un panorama beneficioso en el que todas las empresas jugaban en igualdad de condiciones. A esto se sumaba la visión del patrocinio Txetxu, adquirida por tradición familiar y que él supo potenciar, implicando a la empresa en relevantes actividades deportivas del Duraguesado como la pelota o el ciclismo. Para Txetxu y su hermana Maribel la máxima de estos patrocinios tenían como finalidad, “Devolver a la sociedad la confianza depositada en nosotros al comprar nuestros productos”, una buena definición del marketing corporativo, pero asombrosa si se tiene en cuenta lo temprano de la visión.
 

GRANDES CAMBIOS Y CONSOLIDACIÓN

Las décadas de los setenta y ochenta fueron las de los grandes cambios y cuando se dieron los pasos definitivos hacia la consolidación de la empresa familiar. En aquella época, las bolsas con “la negrita”, protagonizaron la paquetería (se empleaba una envoltura con celofán en dos colores) y fue, también, cuando se lanzaron los botes de plástico y los paquetes de 50 y 100 gramos. “La negrita” fue un gran símbolo para la marca.

Con la liberalización del mercado en los 80 y la aparición de grandes marcas nacionales, todas ellas en manos de multinacionales, llegó el momento de ampliar y cimentar los procesos de producción. José Luis Baqué impulsó la creación del CMP y UTE, en las que Baqué acabó ejerciendo un fuerte liderazgo. En esta época el equipo de comerciales de la firma merece mención especial, pues Cafés Baqué creció en gran medida por la calidad y dedicación del departamento de ventas. 

Volcados en el estratégico nicho de hostelería alcanzaron hitos memorables en la venta de café. Eran tiempos en los que las promociones se realizaban mediante degustación en punto de venta. La oferta se componía de Guinea (Robusta), Superior (Arábicas) y torrefacto. En paralelo se fue generando y consolidando un importante mercado en los economatos de empresa.

Se acuñaron lemas publicitarios. Uno de ellos, “El Café es como un beso, agradable de tomar y difícil de olvidar” provocó las iras del párroco de Durango, José María Echeandia, quien lo consideró indecente. Lograron convencerle de la inocencia y castidad de la frase. También comenzaron las promociones con regalos para incrementar ventas en alimentación.

Era momento de adoptar decisiones estratégicas que implicaran ganar cuota de mercado. En hostelería, consistió en distribuir el café puerta a puerta. Este sistema de autoventas fue un éxito que los rivales trataron de imitar.
 

LOS AÑOS 90 HASTA LA ACTUALIDAD

El 24 de julio de 1998 Maribel Baqué adquiere el 100% del capital de la compañía. Una mujer que había heredado de su madre una fuerte dosis de tenacidad y talante. Fueron muchos los cambios que llevó a cabo que hicieron que Cafés Baqué sea a día de hoy lo que es. Desde las instala- ciones, el proceso productivo y maquinaria, hasta toda la estrategia de marketing, aspecto que tuvo claro desde un principio. Creía en una nueva imagen de marca para impulsar la dimensión global de la empresa. Fue el inicio de una dinámica de cambios en la estrategia de comunicación que supusieron una renovación completa, sin perder el compromiso y la visión del patrocinio como devolución a la sociedad de parte de la riqueza que esta daba a la empresa.

Su muerte sobrevino en 2002, tras una cruel enfermedad, pasando la empresa a sus hijas María y Esther. De la mano de ellas se sigue apostando por una fuerte expansión reforzando la planta de molido, la ampliación de los almacenes, la compra de maquinaria tecnológicamente avanzada, el refuerzo de la Escuela de Café y sin olvidar la compra en 2005 de la empresa riojana Cafés Greiba, permitiendo consolidar la cuota de mercado en esta comunidad en torno al 50%.

En la actualidad, y fruto de toda esta historia, se cuenta con una fuerte implantación tanto en el canal de Horeca como en el canal de Retail. Además de ser fabricantes de reconocidas marcas de la distribución dispone de una amplia gama de productos diferenciados en todas las categorías del café en el que destacan entre otros las cápsulas compostables compatibles con Nespresso. Una gama que nace de la decisión estratégica de la compañía en 2019 de alinearse con la sostenibilidad y la economía circular en todos sus ámbitos.


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El cinturón de cartón de los vasos de papel

JAY SORENSEN, INVENTOR DE JAVA JACKET
Pocos inventos tan simples como el cinturón que reviste los vasos de café para evitar quemaduras han aportado tantos beneficios y alegrías a su desarrollador.

Jay Sorensen es el avispado emprendedor que hace tres décadas presentó al mundo esta tira de cartón que lejos de resultar simple, ha sido toda una revolución en el café para llevar y a él, su inventor, lo ha convertido en millonario. El nombre oficial de tan popular cinturón es Java Jacket y su origen, como muchos otros grandes inventos se debe, un poco, a la casualidad. Cuando esto ocurrió, una de las ocupaciones principales de Jay Sorensen era llevar a su hija al colegio antes de entrar a trabajar. Tras dejarla allí, la rutina de su día continuaba en el drive-through de un restaurante cercano donde solía pedir un café americano para llevar.

El día que se le ocurrió crear el Java Jacket, Sorensen protagonizó allí un fatal incidente, el cual, lejos de haberse convertido en una simple anécdota se convirtió en el desencadenante de uno de los inventos más millonarios de la historia del café. Sorensen se derramó todo el café por sus muslos cuando tras cogerlo de la bandeja lo soltó instintivamente al no poder soportar en la mano la temperatura del café que le habían servido. Hastiado por lo que le había sucedido empezó a dar vueltas a posibles soluciones al problema, obviando todas aquellas que comportaran arreglos tan poco sostenibles como el uso dos o incluso tres vasos de cartón, uno dentro de otro, para frenar la transferencia del calor de la bebida a nuestras manos.

Sorensen diseñó varios vasos de café con funda incorporada, pero se percató que no era una idea rentable para las cafeterías. Llevó a cabo toda clase de pruebas, pero ninguna se adaptaba a lo que él estaba buscando. Fue entonces que decidió cambiar su enfoque y simplificar aún más lo que estaba haciendo. Pensó en una funda independiente de cartón, que revistiera el vaso y que los establecimientos pudieran utilizar según sus necesidades.

Sorensen diseñó un prototipo inspirado en la absorción de las toallas de papel y en el cartón que se emplea en las tintorerías para poner en los cuellos de las camisas y estuvo testando su invento durante dos años, de 1991 a 1993. Al darse cuenta de que a cada persona que le proporcionaba uno de sus cinturones de vaso lo agradecía, decidió patentar y comercializar su invento. Tras su participación en el “Coffee Fest” de Seattle, la confirmación de que su ingenio era un buen invento lo animó a poner en marcha de forma definitiva su empresa. Necesitaba una inversión de 20.000 dólares y un equipo de cuatro personas para hacerlo y lo consiguió. Así nacía Java Jacket. El primer año, Sorensen vendió 250 millones de sus cinturones para vasos de café y facturó 8 millones de dólares con su invento. En poco tiempo logró cerrar acuerdos con casi todos los restaurantes y cafeterías de Portland, donde vivía, y su Java Jacket se hizo tan popular que pronto empezó a cerrar acuerdos con empresas de todo el país y también de fuera de él. Con quien no lo consiguió fue con Starbucks, que rompió las negociaciones con Sorensen tras meses de conversaciones. Starbucks, entonces, lanzó su propio cinturón de cartón, a lo que Sorensen respondió con una demanda que nunca ganó porque la cadena internacional de café había añadido algunas modificaciones al Java Jacket que lo convertían en un producto diferente.

A pesar de este contratiempo y de lo que podría haber supuesto para Sorensen entrar en el negocio de Starbucks, el éxito del Java Jacket ha logrado ser universal y a fecha de hoy la firma vende más de 25 millones de unidades de Java Jacket al mes. Actualmente existen en el mercado múltiples versiones del invento de Sorensen, aunque desde su compañía siguen fundamentando el éxito y genialidad de sus cinturones de cartón en su diseño patentado de cartón con protuberancias en relieve que permiten que el aire pase entre la banda y el vaso. Esto, explican, brinda a su cinturón una protección adicional al proporcionar un mejor aislamiento.

Y por si la fama de su invento y la recompensa económica conseguido por él fueran poco, el ingenio de Sorensen se ha convertido, además, en una pieza permanente del MoMa de Nueva York, donde es expuesto como una de las “Obras Maestras humildes de la humanidad” y producto necesario y sensible con los problemas de la gente. 


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